Hace mucho tiempo los animales y las plantas estaban
esparcidos por todos los rincones del mundo, en la tierra y en el aire, en el
agua también, especialmente en el agua. Si por donde quiera que se viera se
podía encontrar agua, incluso en los más áridos desiertos, si se escarbaba lo
suficiente se encontraba el preciado líquido. Pero esto fue hace mucho tiempo,
fue en el tiempo en el que todos los animales Vivian en paz compartiendo el
mundo, pero un día, un día uno de los animales quiso más para sí mismo. El
animal tomo conciencia y pensó que todo lo que le rodeaba era por derecho,
suyo. Agua, tierra, aire y todo cuanto viviere en estos. Incluso se cambió el
nombre, llamo despectivamente a los otros seres animales y a él mismo se llamó
Hombre, marcando su superioridad. El poder de la arrogancia del Hombre fue tal
que el dominio de todo lo vivo y lo muerto en el planeta no fue suficiente,
quiso más, quiso poder, poder divino, pero el Hombre era muy arrogante y muy
egoísta también, el Hombre no confiaba ni en los otros Hombres, el poder de
unos se convertía en amenaza para otros, el miedo y la envidia se convirtieron
en odio y pronto estallaron guerras, el Hombre sucumbió rápidamente ante el
poder que tanto había anhelado. Su extinción era inevitable, pero tristemente
su paso por el planeta había dejado terribles heridas aún abiertas, las aguas
ya no podían albergar vida, el aire era oscuro y venenoso, la tierra era triste
y agrietada, la vida, que a pesar de ser testaruda, había mermado
increíblemente, las grandes bestias desaparecieron, los bosques y grandes
humedales eran cosa del pasado, los únicos renegados de esta extinción fueron
los seres más básicos, los que siempre habían estado desapercibidos por las
criaturas más complejas. En el caos del mundo agujereado por la humanidad, solo
habían sobrevivido las pequeñas ranas y sapos, los pequeños mamíferos que en
otros tiempos habían sido llamados musarañas y hechos a un lado. Las aves y los
peces no habían corrido tal suerte, solo los lagartos y lagartijas pequeñas
habían quedado para ver el nuevo mundo. Estos eran ahora los reyes del mundo
sin hombres, y reinarían en paz por siempre.
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