Levantarse un día, el cielo esta gris, el sol se asoma
tímidamente por entre los edificios, la mañana es fría y silenciosa, lentamente
la ciudad se despierta y se despereza, la vida poco a poco vuelve a su agitada
cotidianidad. Un café humeante en una mano y un cigarro a medio terminar en la
otra, el cuerpo cálido por el café se estremece por el frió de la brisa. Ojos
cansados luchan por no cerrarse bajo el peso de sus parpados. Un bostezo. El
agua fría despierta cada nervio del cuerpo, poco a poco se despierta el
dormido. Una imagen fugas pasa por su mente mientras se coloca la corbata, un
color, una imagen indefinida, un vago recuerdo de un sueño pasado, imposible de
distinguir pero aun así logra despertar una sonrisa. El sol arremete contra las
ventanas, la habitación se ilumina, la cálida luz lastima los ojos. Las calles
están llenas de susurros, tímidos transeúntes mañaneros, el sol esta tan
caliente como de costumbre y viene la espera, la gente, los muchos rostros
desconocidos, el mar de almas, el estudio constante, la búsqueda de las
respuestas que guardan sus mentes o al menos una cálida mirada de otro ser
vivo, alguien mira, una visión compartida, fugas y volátil. Las maquinas
empiezan su marcha, la visión se disuelve. Árboles y gente, viajan muy rápido,
un segundo basta para perderlos para siempre. El cristal empañado, un pequeño desliz
lleva rápidamente al sueño, un movimiento brusco, el sueño desaparece rápido,
otra vez la espera, más rostros extraños, edificios y puertas, ventanas y
pasillos, una silla. Ahora empieza, empieza la música, esa música que tanto
gusta a quien la escucha, un nuevo mundo aparece, mundos dentro de otros
mundos, dioses cifrados, números y ordenes exactas, imágenes y sonidos
alineados con perfección, un nuevo mundo nace. La música para, el sol está más
caliente que nunca, una sonrisa y un saludo espontaneo, gente cálida, mas
visones compartidas. Hace calor, otra espera y mientras tanto una charla
pasajera, unas risas cortas, hace falta más apetito, satisfacción momentánea,
el sol parece estar clamándose, estrepito súbito, manos inquietas, el papel
pasa entre las manos y la música regresa, uno tras otro los mundos nacen y
mueren, cada uno es tan diferente del otro, cada uno habla el mismo idioma, los
subordinados siempre obedecen, nunca se cansan, nunca duermen. El sol se cansó
de calentar, se retira extenuado, la brisa refresca. Las caras conocidas miran
cansadas, una sonrisa y un hasta luego, otra vez los mismo desconocidos de
siempre ¿guardaremos destinos similares? Buscando entre la multitud, siempre se
busca lo mismo, no se sabe con exactitud que es, pero siempre se busca lo
mismo, una mirada, no es suficiente, otras cuantas se agrupan, una sonrisa, una
risa, calamidad innecesaria. Las maquinas estallan de nuevo, su marcha es
veloz, pero todo parece tan lento, el cristal empañado es tentador, pero esta
vez no. Un cómodo mundo portátil sale del bolsillo, inerte, sin la vida de los
otros mundos, pero cargado con magia, magia impresa en caracteres negros. La
espera termina, el mundo se cierra y vuelve a su lugar. Un cigarro humea, hace
falta más apetito, espagueti, satisfacción involuntaria, nada en la fantasía
proyectada, es solo un mal sueño que nos gusta ver, una zambullida al mundo
dentro de todos los mundos, más gente desconocida, unos cuantos amigos, un
ruido extraño, una charla rápida. Aún queda mucho por ver, pero el tiempo no
perdona, los ojos nuevamente luchan contra el peso de sus parpados, otra vez el
mismo color, la imagen borrosa se hace visible, todo cobra sentido, pero apenas
salga el sol todo volverá a ser igual de confuso. Acostarse una noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario