miércoles, 11 de septiembre de 2013

Días como otros

Levantarse un día, el cielo esta gris, el sol se asoma tímidamente por entre los edificios, la mañana es fría y silenciosa, lentamente la ciudad se despierta y se despereza, la vida poco a poco vuelve a su agitada cotidianidad. Un café humeante en una mano y un cigarro a medio terminar en la otra, el cuerpo cálido por el café se estremece por el frió de la brisa. Ojos cansados luchan por no cerrarse bajo el peso de sus parpados. Un bostezo. El agua fría despierta cada nervio del cuerpo, poco a poco se despierta el dormido. Una imagen fugas pasa por su mente mientras se coloca la corbata, un color, una imagen indefinida, un vago recuerdo de un sueño pasado, imposible de distinguir pero aun así logra despertar una sonrisa. El sol arremete contra las ventanas, la habitación se ilumina, la cálida luz lastima los ojos. Las calles están llenas de susurros, tímidos transeúntes mañaneros, el sol esta tan caliente como de costumbre y viene la espera, la gente, los muchos rostros desconocidos, el mar de almas, el estudio constante, la búsqueda de las respuestas que guardan sus mentes o al menos una cálida mirada de otro ser vivo, alguien mira, una visión compartida, fugas y volátil. Las maquinas empiezan su marcha, la visión se disuelve. Árboles y gente, viajan muy rápido, un segundo basta para perderlos para siempre. El cristal empañado, un pequeño desliz lleva rápidamente al sueño, un movimiento brusco, el sueño desaparece rápido, otra vez la espera, más rostros extraños, edificios y puertas, ventanas y pasillos, una silla. Ahora empieza, empieza la música, esa música que tanto gusta a quien la escucha, un nuevo mundo aparece, mundos dentro de otros mundos, dioses cifrados, números y ordenes exactas, imágenes y sonidos alineados con perfección, un nuevo mundo nace. La música para, el sol está más caliente que nunca, una sonrisa y un saludo espontaneo, gente cálida, mas visones compartidas. Hace calor, otra espera y mientras tanto una charla pasajera, unas risas cortas, hace falta más apetito, satisfacción momentánea, el sol parece estar clamándose, estrepito súbito, manos inquietas, el papel pasa entre las manos y la música regresa, uno tras otro los mundos nacen y mueren, cada uno es tan diferente del otro, cada uno habla el mismo idioma, los subordinados siempre obedecen, nunca se cansan, nunca duermen. El sol se cansó de calentar, se retira extenuado, la brisa refresca. Las caras conocidas miran cansadas, una sonrisa y un hasta luego, otra vez los mismo desconocidos de siempre ¿guardaremos destinos similares? Buscando entre la multitud, siempre se busca lo mismo, no se sabe con exactitud que es, pero siempre se busca lo mismo, una mirada, no es suficiente, otras cuantas se agrupan, una sonrisa, una risa, calamidad innecesaria. Las maquinas estallan de nuevo, su marcha es veloz, pero todo parece tan lento, el cristal empañado es tentador, pero esta vez no. Un cómodo mundo portátil sale del bolsillo, inerte, sin la vida de los otros mundos, pero cargado con magia, magia impresa en caracteres negros. La espera termina, el mundo se cierra y vuelve a su lugar. Un cigarro humea, hace falta más apetito, espagueti, satisfacción involuntaria, nada en la fantasía proyectada, es solo un mal sueño que nos gusta ver, una zambullida al mundo dentro de todos los mundos, más gente desconocida, unos cuantos amigos, un ruido extraño, una charla rápida. Aún queda mucho por ver, pero el tiempo no perdona, los ojos nuevamente luchan contra el peso de sus parpados, otra vez el mismo color, la imagen borrosa se hace visible, todo cobra sentido, pero apenas salga el sol todo volverá a ser igual de confuso. Acostarse una noche.

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