No digas que agotado su
tesoro de asuntos falta enmudeció la lira: podrá no haber poetas; pero
siempre habrá poesía – Gustavo A.
Bécquer
Usualmente
las palabras salen solas de mis manos al teclado y son interpretadas por las
teclas como presión en un determinado conjunto de estas que luego pasaran a
hacer presión en otro determinado grupo de receptores debajo de las teclas que
transformaran la presión ejercida en estos en una señal eléctrica que viajara
por el cable hasta la entrada de la interfaz situada en la torre de mi
computadora, donde se esparcirá por los circuitos de la tarjeta madre para ser
analizados y procesados para que en menos de una milésima de segundo yo los
pueda ver trasformados en pequeños pixeles que al agruparse forman caracteres
que nosotros llamamos letras.
Con
un poco de tiempo y un poco de suerte podre ver las diferentes letras, los
muchos caracteres dispares agruparse nuevamente en las palabras que hace unos
segundos me dije a mi mismo en algún recóndito lugar de mis pensamientos, y
estas letras estas gloriosas ninfas que yo llamo palabras ahora libres de la
prisión en la que se encontraban al estar atrapadas en mis mundanos y fríos
pensamientos, saltaran por un rectángulo de 21x29, que para uso practico
llamamos “hoja”, corretearan por las líneas del polar papel, se aparearan con
otras indefinibles palabras y formaran párrafos llenos de idea y vacíos de propósito,
con mucha paciencia y montones de ese extraño y espeso liquido que fluye de los
corazones de los poetas enamorados, esa extraña poción alquímica llamada
inspiración, los párrafos entraran en consejo, discutirán y argumentaran hasta
llegar a la grandiosa conclusión de que nacieron para ser uno, las naciones de
ideas y palabras se unirán bajo una sola bandera, las naciones cantaran en un
mismo idioma los gloriosos himnos de justicia y amor, los ciudadanos de cada
párrafo aprenderán que en total todos son uno y que su nombre ya no será
párrafo sino historia.
Y
así es como empieza una historia, descrita de la forma mas poética e
imaginativa que pude, verán yo soy un poeta, pero soy desdichado, soy un poeta
que no tiene inspiración, soy un enamorado sin enamorada, mis versos son vagos
e infantiles mis historias son antologías de decenares de paginas blanquecinas
y frías como el ártico, mis días y mis noches son la desidia, mi mente procesa
veloz y eficiente la información, las palabras y las ideas, pero mi corazón que
esta ausente, no se digna a componer con esta materia prima la hermosa creación
de historias o poemas, mi corazón enamorado suspira desilusionado y deja morir rápida
o lentamente los sin fines de historias, personajes y mundos fantásticos que mi
oficiosa mente crea para el, mi pobre corazón de poeta añora el día en que una
mirada de amor salga de mis ojos, se pose en una señorita, entre a través de
sus ropas, penetre sus tiernos pechos y alcance su corazón, y luego que la
dulce criatura en gesto de sutil encanto devuelva con una sonrisa, o una mirada mi gesto de amor.
Pero
esos días están lejos, o mas bien yo estoy lejos de esos días, aunque es cierto
que he amado, es falso decir que a alguien yo he amado, verán mi problema no es
encontrar el amor, mi problema es encontrar que hacer con el, a quien
entregárselo, mi problema es el hecho de que me enamoro de la primera mujer que
me presta atención, pero mi amor es un amor tan infantil, tan inmaduro, no se
que hacer con el, analizo contemplativamente a mi enamorada, la veo, la huelo,
la oigo, la pruebo, la siento y la pienso tratando de descifrar el misterio de
su encanto, mis palabras rara vez demuestran amor, son mas bien un interrogatorio
absurdo y sin sentido que una coquetería, la indecisión reina y gobierna sobre
mis actos, y al final el tiempo como cruel verdugo marca el final y la hora de
marchar, y ahí estoy yo, y ahí va mi enamorada, y ahí esta mi corazón que se
muere de desilusión otra vez, pero de repente aparece como un ángel otra hermosa
visión que ocupa el lugar de la anterior, y el mismo maldito ritual empieza de
nuevo, la misma música que conozco tan bien pero que nunca aprendí a bailar, y
la desilusión ataca de nuevo, el amor se me escapa de las manos.
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